Hace solo un año, los sirios vivían en paz. Ignoraban todo sobre el armamentos que descubría el ejército en los escondrijos de las milicias o cuando entraba desde Turquía o el Líbano. Nunca habían visto los obuses, los fusiles y metralletas de todas las clases, las bombas ensordecedoras, los obuses antitanque, los revólveres, los aparatos de espionaje, los catalejos de visión nocturna, las cargas explosivas, los chalecos antibalas. ¡Ahora, sabemos que la muerte puede provenir de garrafas de gas, o de bidones de aceite! ¡Sabemos que cada uno de entre nosotros puede morir en una explosión o en un ataque de las bandas armadas si su nombre figura en su lista de la gente que debe eliminarse! A pesar de eso, el Consejo de los Derechos Humanos de Ginebra se niega a reconocer que lo que pasa aquí es la eliminación de nuestra seguridad, la abolición de nuestro ritmo de vida normal. ¡Y va a buscar los acusados entre las víctimas!
Ahora bien, nosotros los que vivimos en Siria, y no en un país occidental, conocemos la verdad que Occidente y sus instituciones “humanitarias” no quieren conocer. Tenemos en mente dos imágenes. La imagen --mostrada una única vez en la televisión siria-- de una familia, en Baba Amro, alrededor de una mesa servida, se veían los padres, los niños, los tíos tal como habían sido asesinados; sobre la pared, sus asesinos habían escrito, con la sangre de las víctimas, el nombre de la brigada que había financiado el crimen. La otra imagen es la de una mujer que vive en Duma, [un suburbio de Damasco] que relataba que las milicias habían conducido a un joven amarrado a la plaza pública, y obligado la gente, señalando su metralleta, a asistir a su ejecución. Y que el día siguiente, de la misma manera, habían matado a otros. El mismo día, Ayman y Fahd Arbini - en compañía de Zaher Qweider de Al-Qaïda – dispararon simultáneamente, obuses RPG sobre la iglesia de Arbin, [suburbio de Damasco] y sobre el colegio islámico. Estos crímenes tuvieron lugar en zonas bajo control de las bandas armadas. ¿En qué proyecto se inscribe este terrorismo? ¿Quién es responsable de estos crímenes?
Uno de los criminales detenidos en Baba Amro relató - como contando una historia banal - que mató y violó mujeres. Que jeques del consejo militar le habían comunicado vía fatwa que el asesinato y la violación eran legales. No es asombroso: los jeques wahhabitas de Arabia Saudíta que llaman de sus partidarios al Yihad contra el Gobierno sirio, así como Kardawi, el jeque de Al-Jazeera, pronuncian fatwas legalizando el asesinato de alawitas, cristianos, drusos y sunitas favorables al Gobierno. Las bandas armadas que realizan estas fatwas reciben dinero de Qatar y Arabia Saudita, así como drogas que el ejército sirio confisca en cantidades con las armas. Formaban parte del botín encontrado a Baba Amro: distintas armas y divisas occidentales e israelíes, pasaportes - entre los cuales un “pasaporte para el paraíso” - , material de comunicación sofisticado.
Estos jeques no conocen la recomendación formulada, al principio del Islam, por el Califa Omar bin el Khattab: “No maten mujeres ni niños ni ancianos, no corten árboles, y dejan los monjes en sus conventos” Estas fatwas explicarían porqué, el 7 de marzo de 2012, un hombre ha dicho, sin dolor ni remordimiento, que mató a cincuenta hombres y violó a decenas de mujeres. Es lo que comúnmente solemos llamar conquista. Las bandas armadas “conquistaron” las mujeres y el dinero de las víctimas, pillaron a las instituciones públicas, volado las ambulancias y los coches de los municipios y particulares.
Ayer, un ciudadano de Homs se quejaba de un francotirador que había conquistado las calles que controlaba desde el alto su terraza. Entre los muertos, había un niño de 11 años, Malek el Aktaa. ¿Cuál es el objetivo de este terrorismo? Quebrar a la sociedad siria, infligir pérdidas al ejército, dividir Siria, paralizar la producción agrícola, industrial y artesanal. Resumidamente, destruir la estructura del Estado. En los barrios que controlaban, las bandas armadas impidieron a los niños ir a la escuela, a los estudiantes ir a rendir sus exámenes universitarios. Mataron a obreros que se encaminaban a sus fábricas, impidieron a los campesinos ir a sembrar sus tierras y a las centrales eléctricas de abastecerse, asesinaron hombres de negocios y a profesores universitarios. Destruyeron la vida allí donde se instalaron.
El 11 de marzo de 2012, secuestraron al político Mosbah Al Chaar en Homs, y asesinaron al campeón de boxeo Ghiath Tayfour en Alepo, como habían asesinado a un campeón de natación y habían hecho saltar un puente en la región de Al Ghab. El informe de la Comisión de los observadores árabes - que visitaron los lugares donde estos acontecimientos se produjeron y encontraron a las víctimas - informó que el mandato de la Liga Árabe enviado a Siria no mencionaba las bandas armadas. Y que estas bandas atacaban a los civiles y las instituciones públicas y privadas, obligando el ejército regular a replicar.
La Liga Árabe, dirigida hoy por Qatar y Arabia Saudí, esperaba que Siria se negase a recibir a la Comisión de los observadores. Luego imaginó que el informe redactado por los observadores iría en el sentido de su proyecto de legalizar una intervención militar. Pero la atrocidad de los crímenes, el ardor de las víctimas que expresan su dolor, y la conciencia política de los sirios, permitió a las personas honradas de la Comisión transmitiesen la verdad. Es por eso que la Liga Árabe, más tarde, descartó el informe y exigió la dimisión del jefe de misión, este hombre leal que rechazó el cheque en blanco propuesto por Qatar. ¿Por qué entonces los dirigentes occidentales y las instituciones internacionales no aprobaron ese informe redactado por especialistas en seguridad y militares que documentaban los acontecimientos tales como ocurrían en el mismo lugar?
Prefirieron adoptar lo que elabora minuciosamente la 'Organización siria de los derechos humanos', con sede en Londres; una organización representada por un único individuo que pertenece a los Hermanos Musulmanes, que sólo inventa las 'informaciones' difundidas sobre pedido. El problema no reside solamente en el hecho de que estos dirigentes occidentales que sostienen la guerra contra Siria no quieren reconocer que son los verdaderos autores de los crímenes y violaciones de los derechos humanos. El fondo del problema es que están ejecutando una estrategia encaminada a destruir el Estado Sirio. ¡Esto pone de manifiesto que los políticos occidentales se convirtieron en vasallos ciegos del proyecto sionista estadounidense! Y que Sarkozy y Bernard Henri Lévy en Francia consiguieron enterrar la política de la Francia frente a los Árabes instaurada por Gaulle. Cuando oímos al Alain Juppé, no nos recuerda de ninguna manera al General de Gaulle. Tenemos más bien la impresión de escuchar a Oliva-Roget que ordenó el bombardeo de Damasco en 1945. Esta es la razón por la que, nos parece que la carta del Laulan a Juppé - recordándole que la guerra contra Siria no sirve los intereses de Francia - sugiera también que la dignidad de Francia suponga que no se convierta en vasallo del proyecto sionista estadounidense.
Dejemos pues de lado los términos que siguen que habitualmente se usan traicionando su sentido: “los derechos humanos, los revolucionarios, el ejército sirio libre, la defensa de los ciudadanos sirios”.
Los dirigentes occidentales deben saber que las “revoluciones”, suponen un programa político nacional, que es la causa que abrazan hombres de gran envergadura, de pensadores y de poetas. Una causa basada en la honradez a la Patria, que nace de esta Patria; y no una causa iniciada por una decisión externa. Como la historia de las luchas arabo-israelíes que se caracterizan por ser guerras de agresión israelíes, uno de los primeros principios de los revolucionarios patrióticas es no recibir ayudas o armas israelíes. Y de respetar los principios fundamentales que les imponen no olvidar que el enemigo no es la confesión de enfrente, sino que el enemigo, el agresor es Israel, así como el imperialismo Occidental que vela por la seguridad de Israel y se burla de la de los árabes.
Los dirigentes occidentales saben estas verdades, pero dedican sus esfuerzos al fraccionamiento de los países árabes y al embargo contra Irán; su proyecto contempla Rusia, China, y los países de la antigua Unión Soviética. ¡Han infringido leyes del derecho internacional, infiltrando sus agentes secretos en Homs, donde dirigieron la guerra del “Emirato islámico de Baba Amro”, con las bandas salafistas y de Al Qaeda! Intentaron por tres veces, en el Consejo de Seguridad, autorizar la injerencia en Siria. Pero el hecho de que la aviación israelí bombardee a Gaza, que haya matado, solo el día 10 de marzo, diez y ocho personas entre ellos varios niños, y que los colonos israelíes destruyan los monumentos palestinos islámicos y cristianos, y judaícen la Jerusalén histórica, todo eso no atrajo su más mínima atención.
Estos dramas nos permiten concluir que la política occidental no refleja solamente un hundimiento moral adoptando la mentira y las falsedades, sino también un hundimiento político y la ceguera del pensamiento. Esta política conspira contra Siria. Un país que se distingue por un tejido social donde se mezclan en una unidad nacional las religiones, las confesiones y las “etnias”. Un país que se distinguía hasta hace poco por una seguridad raramente encontrada en Occidente, y por una cultura humana orgullosa de lo que aportaron las grandes revoluciones a la humanidad. Un país que traduce las obras de la literatura mundial, que escucha la música clásica como escucha la música local, y cuyas mujeres participan en la vida productiva y pública que el pueblo pretende mejorar.
La política occidental utiliza en su guerra, la diplomacia, los medios de comunicación, las organizaciones internacionales, y las armas sofisticadas; se basa en regímenes despóticos que no tienen Constitución ni Parlamento, que acogen en su territorio bases militares estadounidenses, y que matan a los manifestantes en Bahrein y en Qatif en Arabia Saudí. ¿Cómo explicar la colaboración del Occidente con combatientes de Al Qaeda que figuran en las listas del terrorismo internacional, y que Qatar y Arabia Saudí financian para su guerra contra Siria? ¿Cómo explicar la fingida ignorancia occidental de la posición de los cristianos sirios presentes en el frente de la escena para defender la estructura social, y que condenan la intervención sionista occidental? ¿Por qué Occidente no escucha al Patriarca maronita del Líbano, pero sí a las bandas takfiristas que asesinan a los cristianos sirios, y atacan sus monasterios e iglesias, que los musulmanes respetan y honran?
Al Zawahiri [líder de Al Qaeda] reivindicó los atentados de Damasco y Alepo. Informes oficiales dan prueba de encuentros entre los servicios secretos franceses y británicos con los combatientes libios de Al Qaeda. Los sirios se enteraron de que los servicios secretos franceses y británicos se encontraban en Baba Amro junto con las bandas de Al Qaeda. Los medios de comunicación sirios abstuvieron mostrar en televisión a estos infiltrados extranjeros, dejando así enfriar la cólera experimentada frente a este atropello occidental a su soberanía. La sabiduría siria prefirió el control de la situación en Baba Amro, a tal exposición. Cientos de hombres armados se volvieron al ejército sirio cuando la protección occidental se retiró. Esto confirma la responsabilidad del Occidente en los crímenes que cometen las bandas armadas. Y no se trata solamente de los asesinatos y retiradas, sino también de la destrucción de los equipamientos básicos cuyo precio el pueblo sirio paga: la explosión de los oleoductos y gaseoductos, de los pilnes eléctricos, de las estaciones de agua, el incendio de las escuelas, la destrucción de los hospitales, el saqueo de los edificios públicos [por las bandas armadas].
Afirmamos pues que el Occidente se burla de la protección de los cristianos, de los monasterios e iglesias, ya que los cristianos son patriotas, rechazamos la injerencia y condenamos la conspiración sionista occidental, no se les escapa que los pretendidos “revolucionarios” son bandas de criminales, y que las sanciones europeas tienen por objeto vengarse del pueblo sirio, cuyos cristianos son parte integral. ¿Raro que estas verdades no llegan a los ministerios de relaciones exteriores occidentales? En cualquier caso las instrucciones dadas por la oposición externa son: ¡no miren canales de televisión sirios, ni la cadena al-Dounia, no voten por la Constitución! Parece que los Clinton, Juppé y Cameron no quieran ver tampoco los entierros de millares de soldados y funcionarios del ejército a los que las bandas armadas mataron [4]; ni ver los honores rendidos a estos mártires por los lugareños. ¿No vieron tampoco que millones de sirios invadieron las plazas, manifestando así su repudio por la conspiración del Occidente sionista contra Siria? ¿No vieron el nivel de conciencia político que distingue al pueblo sirio? ¿No oyeron el clamor de las mujeres, con velo o sin él, y su protesta por la injerencia extranjera en los asuntos internos de Siria?
No lo ven, ya que solo los que tienen la conciencia despierta, y que son libres, pueden ser sensibles por los dolores humanos, y apreciar la dignidad nacional siria. ¿Puede concebirse que los “partidarios de la democracia” no hayan percibido la dignidad nacional siria? ¿Es concebible que los “defensores de la democracia” no hayan notado que la nueva Constitución prohíbe los partidos basados en una base religiosa o étnica, y que garantiza el respeto de las libertades personales y religiosas? ¿No se notó el gran debate nacional? ¿En qué otro país se discutió un proyecto de Constitución en reuniones, en los centros culturales, en la universidad, en la televisión, en reuniones? Vi un ejemplar de la Constitución entre las manos de colegiales y estudiantes universitarios; la gente expresó su dictamen, y en el Parlamento se manifestaron los políticos en desacuerdo con el artículo 3 [de la Constitución].
Pero la cuestión no es la de los derechos humanos ya que, si fuera el caso, Juppé, Cameron y la Sra. Clinton deberían haber reaccionado frente a la agresión permanente al pueblo palestino, y el menosprecio de Israel por a las decisiones internacionales que prohíben la judaización de los territorios ocupados y la